Balneario Cavancha, marzo 2019

Eran dos chalas en mis años mozos... Fue palo!!! un clásico... ahora la pelota y mi mascota tienen un chip que dice lo que dicen que dijeron... o al menos eso supe cuando me dijo... bueno... ya saben...

Corría el verano de 1985 y estas arenas quemaban mis pies tal y como hoy lo hacen... Las olas que mueven sus arenas me conocen y nos respetamos... 

No he confirmado aún mis fuentes, si fue una reconciliación o a primera vista, pero de dos cosas estoy seguro... Se ve amor del weno... y siempre me ha sorprendido la habilidad de convertir, con un par de herramientas y sus manos, por ejemplo, un par de kilos de arena de playa hechos un pequeño cerro en dos bellos yacarés que se aman y se tienen el uno al otro...

Entrada inclusiva a la playa para sillas de ruedas... Hay un camino que llega casi hasta la orilla...

Cuando te diste vuelta y, tras mirar lo caminado, supiste que más adelante pudiste llegar hasta donde las olas, sin aparente motivo, sin evidente razón, nos bañan, nos cantan una eterna canción que, creemos, no cambia, y, `por el contrario, está, como el resto de la creación, en permanente evolución.